lunes, 16 de agosto de 2010

"Poetisa y Maestra"

     Gabriela Mistral se inició oficialmente como maestra de primeras letras, desempeñando funciones en escuelas rurales. En 1904 es nombrada ayudante o (monitora era el término usado en el siglo XIX) en la Escuela de La Compañía Baja, próxima a La Serena. En 1908 sirve una plaza de maestra en La Cantera, villorrio cercano a Coquimbo. En 1909 se desempeña como maestra en la escuela de Los Cerrillos (Coquimbo). En 1910, Gabriela Mistral obtiene su título de «Propietaria y Preceptora», que la capacita para desempeñarse en escuelas primarias de 4ª clase. No obtuvo el título de Normalista, por no haber hecho estudios sistemáticos. Se le reconoció sólo su práctica.
     En 1922, la experiencia de Chile, como pedagoga en la dirección y docencia, la aprovecha en México, país al que fue invitada para poner en marcha las nuevas reformas educacionales.
     En 1923 el Consejo de Instrucción Primaria, a propuesta del Rector de la Universidad de Chile, Gregorio Amunátegui, le concede el título de Profesora de Castellano.


Primeras publicaciones y manuscritos

     Fragmento de la carta que Gabriela Mistral enviara al «Poeta» Rubén Darío, solicitándole la publicación en la Revista Elegancias, de propiedad del vate nicaragüense, del poema «El ángel guardián» y el cuento «La defensa de la belleza». Darío cumplió el deseo de la joven poeta, incluyendo ambos trabajos en marzo y abril de 1913.


Cartas al poeta nicaragüense, Rubén Darío (1912-1913)
     Fragmentos:
     Poeta: yo, que soy mujer y flaca por lo tanto, y que por ser maestra tengo algo de las abuelas -la chochez- he dado en la debilidad de querer hacer cuentos y estrofas para mis pequeñas. Y las he hecho; rubores lo confieso a Ud. Yo sé que Ud. es tan grande como bueno.
     Pretendo -¡pretender es!- que Ud. me lea lo que le remito, a saber, un cuento original, muy mío, y unos versos, propios en absoluto.
     Pretendo -¡Pretender es!- que si Ud. sonríe con dulzura fraternal leyéndolos y halla por ahí núcleos de semillas que dicen algo, una promesilla para el futuro en Elegancias o en Mundial Ud. me las publique.
     Humildemente
                    Lucila Godoy.
     Prof. de Castellano del Liceo de Niñas.
     Los Andes, 1912.
     Lucila Godoy saluda muy afectuosamente al grande y caro Rubén y le agradece la publicación en Elegancias de su cuento y sus versos. Va algo inédito por si agrada y se acepta.
Mis votos, Poeta, por su salud y perenne y maravilloso florecimiento espiritual.
     (Chile) Los Andes, 1913.
                                                                             G.M.


Los primeros escritos de Gabriela Mistral
     Llaman la atención por el excesivo pesimismo de sus imágenes. Entre 1895 y 1900 ingresa a la vida de Lucila una de sus primeras amigas, Dolores Molina (Lola), quien sin saberlo desempeñará un papel importante en la génesis de los motivos líricos de la futura Gabriela. La amistad nace debido a las frecuentes visitas que Emelina Molina, media hermana de Lucila y hermana del padre de Dolores (Lola), realiza a La Serena, acompañada de su pequeña hermana, con el propósito de visitar a su padre, don Rosendo Molina.
     A Dolores Molina dedica estos versos, los que probablemente fueron escritos entre los años señalados:


                                                               Versos a Lola
                                              Me encontraba en la pradera                         
Pensativa, triste y sola
Vi un ángel hermoso y era
La mui candorosa Lola.
                            II
¿Quién eres tú niña hermosa?
¿Virgen de púdica risa? (sic)
Eres cual fragante risa
Que mecida por la brisa.
                          III
Eres bello ruiseñor
Que alegre canta en la rama
Que manifiesta su amor
Al aura que tanto le ama.
En prueba de mi amistad
Te envío estos versos hoy
Leed y siempre amad
A mí.


                                                                                      


Los seudónimos
     En sus primeras publicaciones Gabriela Mistral intenta varios seudónimos para autodenominarse. A veces se firma con su nombre y dos apellidos, introduciendo variantes, como «Lucila Godoy y Alcayaga», en otras ocasiones emplea los nombres «Alma», «Soledad», «Alguien», «Alejandra Fussler», «Gabriela Mistral» y «X». En 1908 ya utiliza el seudónimo con el que alcanzaría la fama del Premio Nobel: Gabriela Mistral.



El Mercurio de Antofagasta
     En el año y medio (1911 y 1912), que Gabriela vivió en Antofagasta, prestando servicios en el Liceo de niñas, como profesora de Historia e Inspectoría General, publicó numerosos trabajos de índole cultural, literaria y social en el diario El Mercurio de esta ciudad.
     En el periodista Fernando Murillo Le Fort, director del diario desde 1911, Gabriela encontró un gran amigo y excelente profesional.
  
     «Quiero declararle que gusto poco o nada del elogio en público, que me complace más una carta leal de un hombre o una mujer de exquisito espíritu, que el artículo diario en que se alaba exageradamente».
                                                                                    



Correspondencia epistolar
     La correspondencia epistolar de Gabriela Mistral es una de las colecciones áureas que con mayor celo conserva la Biblioteca Nacional en el Archivo del Escritor. Debidamente clasificada por destinatarios, asuntos y época, conforman un auténtico testimonio -íntimo y espontáneo- de los acontecimientos literarios en que estuvo comprometida, del pensamiento sobre la evolución de su poesía y de situaciones familiares, domésticas y de salud, que la aquejaron.
     El privilegio de leerlos hoy, -sin que ello signifique romper su intimidad, pues su pensamiento es patrimonio de todos- contribuye a que el lector complete en la fuente misma (puño y letra de Gabriela) facetas muy personales de la poetisa, que enaltecen aún más su egregia personalidad humana y artística.


Primeras publicaciones
     Gabriela Mistral nació silenciosamente para la literatura con anterioridad a 1914, año de su triunfo en «Los Juegos Florales» de Santiago. Las primeras publicaciones informan de sus primeros escarceos en la creación poética. «Alma», «Soledad», «Alguien», «Gabriela Mistral», fueron cuatro personalidades literarias al servicio de una joven poetisa que aparecieron fugazmente en las páginas de periódicos provincianos. Sólo una de ellas sobrevivió y las otras fueron desechadas por su misma creadora.
     El 30 de agosto de 1904 aparece su primera publicación en el diario El Coquimbo de La Serena. Se trata del cuento «La muerte del poeta», en el que el acontecimiento central es el encuentro entre la joven Judith con Heberto, un poeta que agoniza en medio del bosque.
     El 23 de marzo de 1905, publica «Ecos», en «La Voz de Elqui diario de Vicuña.


Naturaleza
     Es un álbum de imágenes poéticas en el que Gabriela retiene luminosas visiones del paisaje americano.
     Al recordarlo, ella funde con maestría descripciones de hombres, elementos y cosas de la tierra, en una actitud de contemplación casi religiosa. Subyace en su verso un leit motiv de toda su obra: la hermandad franciscana con los seres y las cosas de la naturaleza, unidos al Creador por lazos indisolubles y de real filiación.
     Los antiguos lugares comunes filosófico-religiosos del sueño de la vida, lo ilusorio del tiempo, la imperfección y vanidad del humano, estructuran los motivos de «El Regreso».



Polaridad vida-muerte
     Aunque la poesía de Desolación está teñida de muerte, con su dolor, frustración, abandono, subyace en el trasfondo la vida, con su gozo, belleza e ímpetu creador. La verdadera raíz de esta polaridad está en los opuestos: placer-dolor, maternidad-esterilidad; esperanza-desolación, vida-muerte. Las obras posteriores registran ya en sus títulos Ternura, Tala, Lagar, incluso el Poema de Chile, la agonía existencial de esta dialéctica.








Dios lo quiere

La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma.
Llevan un escalofrío
de tribulación las aguas.
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada,
cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras
¡y el amor como el espino
nos traspasó de fragancia!

Pero te va a brotar víboras
la tierra si vendes mi alma;
baldías del hijo, rompo
mis rodillas desoladas.
Se apaga Cristo en mi pecho
¡y la puerta de mi casa
quiebra la mano al mendigo
y avienta a la atribulada!
































Ternura
     Después de Desolación (1922), su primer libro, Gabriela Mistral se vuelca al mundo de los niños, de los seres y de las cosas, en busca del consuelo y de una razón de ser, pero la vida desgarrada y doliente que caracteriza su primera época. Su norma será: «Que asuma mi alma un invariado y universal gesto de amor». Y lo hará con la poesía infantil, porque los niños son los primeros que reciben su cariño y comprensión. Ternura (1924), está dedicado íntegramente a ellos.


                                                   Piececitos de niño,                        

azulosos de frío,

¡Cómo os ven y no os cubren,

Dios mío!


     El plan del libro se ciñe al interés por brindar al niño el amor a que tiene derecho y la posibilidad de ambientarlo en el mundo. Los títulos van señalando los pasos a seguir: en las Rondas y las Canciones de la tierra, Estaciones el niño se integrará a la armonía del universo; en las poesías Religiosas experimentará la presencia de Dios; las Otras canciones y las Canciones de cuna, le harán sentir el amor maternal, en el que se apoyará durante su vida.


Capacidad fabuladora
     Una de las características de la poesía infantil de Gabriela, extensiva a toda su creación, es su capacidad fabuladora, carente de complejidad, procurando en cada caso, dejar en claro la riqueza de lo elemental y primario de la cosa. Esta virtud, que va unida siempre a la sencillez formal, permite la comprensión inmediata del niño, cuya mente recién comienza a vislumbrar el valor del nombre primero e invariable, aquel que apunta a la esencia del ser.


Tala
Americanismo
     En Tala aparece diáfana la voluntad americanista de su autora, con especial énfasis en la descripción de su naturaleza deslumbrante, de sus mitos, leyendas y folklore.
     En dos Himnos, suerte de manifiesto americano de Gabriela, se potentiza esta visión del Continente que debe ser cantado «con el himno largo y ancho, de tono mayor».
     Los Himnos del Continente constituyen el panegírico (alabanza solemne) de más elevada calidad poética. Por lo mismo son considerados obras monumentales de la poesía universal, escritas por una mujer autocalificada de mestiza, que logró rescatar los olvidados valores culturales de la Civilización Precolombina para enlazarlos al legado cristiano occidental.


Materias
     La experiencia poética originada por el arrobo ante la presencia de objetos materiales que, de improviso, se nos revelan en su esencia más recóndita: el pan, la sal, el agua, el aire.



Muerte de mi Madre
     Establece la necesaria relación de continuidad con Desolación, en cuanto a la crisis religiosa. Luego se vislumbra optimismo y fe en Cristo y en la vida futura.

Muerte de mi Madre
     Ella se me volvió una larga y sombría posada; se me hizo un país en que viví cinco o siete años, país amado a causa de la muerta, odioso a causa de la volteadura de mi alma en una larga crisis religiosa. No son ni buenos ni bellos los llamados «frutos del dolor» y nadie se los deseo. De regreso de esta vida en la más prieta tiniebla, vuelvo a decir, como al final de Desolación, la alabanza de la alegría. El tremendo viaje acaba en la esperanza de las Locas Letanías y cuenta su remate a quienes se cuidan de mi alma y poco saben de mí desde que vivo errante.


Publicación
     Después de Desolación, 1922, Gabriela Mistral no había intentado publicar otro libro de poemas, pese al copioso material que por dieciséis años estuvo apareciendo en periódicos y revistas de América. Tala, publicado por la Editorial Sur de Buenos Aires en 1938, nació de esta circunstancia.
A la par, hubo otra razón, tal vez la más definitiva: el propósito de su autora de donar el producto de las ventas a los niños de España, víctimas de la Guerra Civil.


Desolación
Circunstancias de la publicación
     En 1921 el Director y profesor del Instituto de Las Españas de la Universidad de Columbia en Nueva York, Federico de Onís, ofreció una conferencia a Profesores y Alumnos de español del «Hispanic Institute», sobre la poesía de Gabriela Mistral, cuyas creaciones ya eran conocidas en América y Europa. Tal fue la impresión originada en los oyentes, la lectura y análisis de los poemas, que manifestaron un interés de verlos publicados en un volumen aparecido al año siguiente, 1922.


Desolación
     El primer libro de la poetisa chilena salía a la publicidad bajo los auspicios del Instituto de Las Españas. Tras este hecho la fama de Gabriela Mistral alcanzó lindes de universalidad y su figura comienza a perfilarse entre los grandes de la literatura universal. El titulo Desolación se ha tomado del primer poema de la sección «Naturaleza».


Estructura - estilo - temas
     Se compone Desolación de setenta y tres poemas agrupados bajo los epígrafes «Vida», «Escuela», «Infantiles», «Dolor» y «Naturaleza». Además, de una colección de escritos en prosa poética y de cuatro canciones de cuna.


Vida
     Desde los primeros poemas se revela el carácter existencial de la obra.


Creo en mí
                                                Creo en mi corazón que cuando canta                       
sumerge en el Dios hondo el flanco herido
para subir de la piscina viva
como recién nacido.
Creo en mi corazón el que yo exprimo
para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor, y que le ha hecho

veste encendida.
                                                                                          
                                                                                  


Escuelas e infantiles
     La poesía dedicada al niño y su educación, alcanza en Gabriela bella simbiosis de verso y pedagogía.

La maestra rural
A Federico de Onís
                                                La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos»,                       
decía, «de este predio, que es predio de Jesús,
han de conservar puros los ojos y las manos,
guardar claros sus óleos, para dar clara luz».
La Maestra era pobre. Su reino no es humano.
(Así en el doloroso sembrador de Israel)
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano,
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel! (...)
¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso,
¡largamente abrevada sus tigres el dolor!
los hierros que le abrieron el pecho generoso,
¡más anchas le dejaron las cuencas del amor! (...)
Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste
su nombre a un comentario brutal o baladí?
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste,
¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti (...).
                                                                                  


Poema de chile
     El Poema de Chile, obra póstuma, publicada en 1967, constituye la quinta esencia de lo que fue Gabriela Mistral no modernista, es decir, íntegramente definida y personal. Lo fue componiendo a lo largo de veinte años, en una cabal plenitud humana y poética.
     La estructura del libro -setenta y siete romances- surge del regreso de Gabriela a su país pero venida de ultratumba, sólo en espíritu. Esta original presencia le permite asumir la conciencia mítica del pueblo chileno, vale decir; aquella que acepta la superposición de niveles o realidades distintas: diálogo entre muertos y vivos por ejemplo. Al descender en el Norte chileno (su espíritu) se encuentra con un niño-indígena atacameño y un huemul, que juegan el papel de símbolos de la patria.
     Transformada en guía del más allá, la poetisa inicia su larga peregrinación a través del país, mostrando a sus acompañantes la toponimia nacional, los nombres de animales, aves, árboles, plantas y flores. Nada escapa a su visión panorámica. Todo lo quiere enseñar. Sus interlocutores escuchan, aprenden e interrogan: todo lo quieren saber. Y el diálogo fluye liviano, sin que se pierda el carácter narrativo de la obra.
     El viaje es primitivo, a pie y con preguntas elementales ¿Cuándo amanecerá la Pascua? ¿Para qué sirven la albahaca y la menta? La poetisa -confundida a veces con la madre Tierra- en tono evocador y profético enseña la tierra en que le tocó vivir. El niño, incontaminado y primitivo representante de la raza, aprende con agrado la lección. El huemul, blasón de la nacionalidad, comparte el mensaje. Identidad de origen e ideales fortalecen los vínculos entre los personajes. Ella, maestra por vocación, ama al niño; pero además lo quiere como a un hermano de sangre. (Mestizaje de Gabriela).

     Con anterioridad a 1904, en casa-escuela de Montegrande, colaboraba con su hermana Emelina en las actividades docentes. La joven maestra acrecentaba sus conocimientos, leyendo con verdadero apasionamiento los libros que le facilitaba el periodista don Bernardo Ossandón, de su biblioteca particular.

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