sábado, 14 de agosto de 2010

"Vida de Gabriela Mistral"

     Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y Petronila Alcayaga Rojas, modista de ascendencia vasca. Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un museo dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. A los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (Pisco Elqui), pero su "amado pueblo", como ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran sepultura.
     Gabriela tuvo una media hermana, que fue su primera maestra, Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que "revolviendo papeles", encontró unos versos suyos, "muy bonitos". "Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética", escribió.
     De niña sufrió al parecer una violación que la marcó de por vida: "almacenó en su inconsciente todas las pruebas de que en cualquier momento el mundo, es decir el hombre, podía agredirla en forma salvaje".
     A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio. Después conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Éste sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida- nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
     En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.
     Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibe mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo.
     En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del ministro de Instrucción Pública mexicano, y textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924).
     Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados contando a Chile, en 1957), representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo cultural estadounidense (1930). En 1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura. 
     Gabriela Mistral fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953, cargo que consiguió para estar junto a la escritora y bachiller norteamericana Doris Dana, a quien había conocido en 1946 y quien, para muchos, fue su amante, receptora, portavoz y albacea oficial.
     La correspondencia entre Dana y Mistral revela aparentemente el establecimiento de una sólida relación interpretada por muchos como homosexual entre ambas, cosa que Dana negó hasta el final de sus días.
     Testimonio de la pasión entre Mistral y Dana es la correspondencia entre ambas, que publicó en Chile la editorial Lumen en 2009 bajo el título de Niña errante, con transcripción, prólogo y notas de Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional. "Doris, yo estoy en Estados Unidos por ti", le dice en una carta. "Soy tuya en todos los lugares del mundo y del cielo", le escribe. Y antes: "Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión".
     En 1953, Gabriela Mistral fue recibida con honores tras la invitación del gobierno de Chile encabezado por Carlos Ibáñez del Campo. En esa ocasión la acompañó Doris Dana, a quien la prensa nacional identificaba como la secretaria de Mistral, y que pisaba tierra chilena por primera y última vez.
Gabriela Mistral fue recibida con un arco de triunfo, escolares destacados de diferentes colegios y las autoridades de la región, además se la honró con el título de Honoris Causa por la Universidad de Chile.
      Posteriormente volvió a EE UU., "país sin nombre", según ella. Para Gabriela Mistral, la ciudad de Nueva York era demasiado fría; ella hubiera preferido vivir en Florida o Nueva Orleans (había vendido su propiedad en California), y así se lo dijo a Doris, a quien le propuso comprar una casa a nombre de las dos en alguno de esos lugares, pero al final terminó acomodándose en Long Island, en la mansión de la familia de Dana.
     Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Gabriela Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poetisa. Además, acumuló un total de 250 cartas y miles de ensayos literarios, que hoy constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por su sobrina Doris Atkinson después de su muerte, acaecida en noviembre de 2006.
     Gabriel  murió en el Hospital de Hempstead, Nueva York, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años, estando Doris Dana presente.

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